Contra el odio
Dieciocho días después de que subiera al helicóptero presidencial camino de su mansión de Florida Donald Trump parece que ha desaparecido. Es la muestra palpable de que la agenda oculta deja de ser esa que marca los escenarios y conversaciones sobre los que dirigir el foco de la atención mediática. Ese rostro de mirada penetrante, que guiña y no se sabe muy bien por qué, ya no está en las escaletas de los noticiarios, invadidos por la pandemia, sus consecuencias económicas, Rusia y las perspectivas poco halagüeñas de la vacunación, especialmente en los países empobrecidos del sur.
Es el momento de espetar aquello de tanta paz lleves, como descanso dejas. El problema es que han sido cuatro intensos años en los que personajes de la talla de Trump, como Bolsonaro, Mateo Salvini o Víktor Orban han sembrado división, odio y enfrentamiento. Unidos a la hora de colocar en la diana de sus diatribas a grupos sociales como enemigos a batir y que, pese a ello, les han permitido gozar de una lamentable popularidad.
Actores de ese nivel son el exponente palpable de lo que el teólogo Juan José Tamayo (Amusco, Palencia) denomina “la Internacional cristoneofascista”. Figuras al asalto del poder con la Biblia en la mano a través de un recorrido por España, Italia, Estados Unidos y algunos países de América Latina, especialmente Brasil, al que dedica un capítulo especial, en su último libro, La internacional del odio (Icaria, 2020).
Articulo de Pedro J. Navarro